Las familias romanas sentían una gran admiración por los lares, que se representaban en forma de pequeñas estatuas. Éstas se colocaban tanto dentro como fuera de la casa en pequeños altares llamados lararia , donde se realizaban ofrendas o se les rendía oración. En los primeros tiempos romanos cada casa tenía al menos una estatuilla. Más adelante surge cierta confusión entre éstas y las de los manes, almas de los antepasados muertos.
Los manes eran espíritus de antepasados, que oficiaban de protectores del hogar. El pater familias o padre cabeza de familia, era su sacerdote y oficiaba sus ceremonias religiosas y ofrendas en las viviendas.
Los penates eran, en la mitología romana, originalmente dioses protectores del almacén de la casa. Posteriormente se convierten en dioses de los hogares brindando protección a toda la casa (penates familiares o menores), existiendo también los protectores del estado (Penates públicos o mayores).
Se encargaron, inicialmente, de proteger las despensas, para luego extenderse a toda la casa. Se les ofrendaba una parte de la comida diaria, que debía ser colocada en el corazón de la figura que los representaba.
Los magistrados de la ciudad prestaban juramento ante los Penates públicos. Algunas veces los Penates eran representados como un par de jóvenes. En la colina Velia en Roma existía un templo dedicado a ellos.